Cabaña Santa Ana

  • Dificultad: facil
  • Tiempo ida y vuelta: 1,5h
  • Desnivel: 150 metros
  • Altitud max: 1.580m
  • Inicio ruta: Puente San Jaime

La cabaña de Santa Ana lo hemos determinado como punto final de esta excursión para todos aquellos que no quieran llegar hasta el final del valle. Decir que la corta duración de la excursión no significa que no podamos apreciar la belleza de este valle: el valle de Estós. Nos permite admirar en todo su esplendor la rica vegetación de esta parte del Pirineo.

Siguiendo el GR 11 o lo que es lo mismo siguiendo dirección a los Llanos del Hospital y después de pasar el puente San Jaime o San Chaime veremos el desvío que nos indica Valle de Estós. Seguiremos unos 500 metros por una pista hasta llegar a una explanada conocida como “los barracones”, es allí donde podemos dejar el coche. Desde el aparcamiento, por unos pequeños escalones, accederemos a la pista cerrada al tráfico. Pasaremos por la parte izquierda del barranco, un paso estrecho a cuyo pie se encuentra un pequeño embalse.

Se suceden los repechos y los llanos, pasando muy cerca de las aguas del rio Estós. En las laderas veremos un bonito y frondoso bosque mixto de pinos, abetos, avellanos, boj, etc. A los 25 minutos aproximadamente atravesaremos un puente y poco después ya estaremos en la cabaña de Santa Ana. Una vez allí ya decidiremos si seguimos un poco más o nos quedamos en alguna de sus praderas. Esta excursión puede realizarse en vehículo pero sólo por las personas autorizadas a tal efecto.

Para todos aquellos que quieran continuar hasta el refugio de Estós decirles que lo pueden hacer bien a través del GR 11 o bien a través del PR6 (PR-HU 31) por el camino de la Coma, una buena opción es hacer una circular.

Sabias qué….?

Sabías que existe una conocida travesía que es la de los tres refugios: EstósBiadós y Angel Orús? Caminar y pernoctar en la montaña es tan viejo como la Humanidad. Pastores, excursionistas y viajeros han recorrido las montañas no como se hace ahora por afición sino por necesidad. En estos desplazamientos se tenían que proteger tanto de los animales como de salteadores por lo que se refugiaban en cabañas, chozas o cuevas.
La necesidad de los refugios surgió con la moda del pireneismo y como no podía ser de otra forma comenzó en Francia. Así el primer refugio fue el de Cortalets construido en 1899, aunque ya en 1890 se construyó un “refugio hecho de piedra y cemento” en la brecha de Tucarroya.